El Concubino




Una vez tenía la barriga llena de marisco, me dispuse a llenar mis pulmones del negro alquitrán con un ducados (como recomendaba mi abuelo después de una comida copiosa).

Más rápido de lo que lo había hecho el resto de la velada, el camarero se plantó ante mí y me comunicó que el humo allí era un cliente no deseado. Me disculpé ante el resto de los comensales por mi humeante ausencia y salí.


En la puerta de aquel restaurante conocí a Blanca.


El humo nos unió...

Desde entonces soy devoto de Cupido y votante del PSOE.



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viernes, 9 de abril de 2010 en 3:54

2 Comments to "El Concubino"

Que buena ironía, xDD.

Me encanta xD

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